domingo, 19 de octubre de 2014

Maya



Cada día me reconozco menos. La imagen del espejo se distorsiona y se aleja, volteándose para mirar hacia otro lado mientras la persigo intentando descifrarla. 
La disociación es cada vez más constante y más duradera y, poco a poco, va intoxicando mis días y mis noches, devorando mis sueños.

Sobre mi se ciernen madrugadas de un verano perpetuo, donde invaden la sed y los demonios que cualquier larga noche trae consigo. Y bajo esta capa de estrellas, cubierto por la humedad del mar, sólo puedo preguntarme cuál de todas ellas era aquella que podía guiarme… 



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