Poco a poco, en ascenso lento que cuaja en vano entre las manos
el sueño del
fuego se desvanece y nos deja el sabor del incienso.
Ya no huele
a primavera, ni nos escuchan los dioses que creíamos vivos.
Somos ahora
súbditos del Infinito, traspasando las barreras de los hombres.
Poco a poco,
en el dorso de nuestros cuerpos, el fuego se extiende
arrasando
con su ritmo intenso lo que queda de nuestras almas.
Se llenan de
Espíritu los huecos del Mundo, la destrucción que necesitaba
estaba, tan
sólo, al límite de Occidente.
Bailan las
estrellas esta noche con los lobos
y entre
obsidianas emplumadas veo mi reflejo.
Ya no soy
quien era, ni quien será:
Lejos del
sueño, ya no hay colores que limiten mis ojos.
1 comentario:
precioso niña
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