jueves, 1 de noviembre de 2012

Seshem —


Poco a poco, en ascenso lento que cuaja en vano entre las manos
el sueño del fuego se desvanece y nos deja el sabor del incienso.
Ya no huele a primavera, ni nos escuchan los dioses que creíamos vivos.
Somos ahora súbditos del Infinito, traspasando las barreras de los hombres.

Poco a poco, en el dorso de nuestros cuerpos, el fuego se extiende
arrasando con su ritmo intenso lo que queda de nuestras almas.
Se llenan de Espíritu los huecos del Mundo, la destrucción que necesitaba
estaba, tan sólo, al límite de Occidente.

Bailan las estrellas esta noche con los lobos
y entre obsidianas emplumadas veo mi reflejo.
Ya no soy quien era, ni quien será:
Lejos del sueño, ya no hay colores que limiten mis ojos.